Por supuesto que no. Para acudir a un/a psicólogo/a sólo necesitas experimentar un malestar, de cualquier tipo e intensidad, que te dificulte continuar con tu vida de una forma satisfactoria.

En absoluto. Es en nuestra consulta donde irás poniendo en orden tus pensamientos, sentimientos y conductas. Así, poco a poco, iremos configurando una hipótesis que explique lo que está ocurriendo y elaborando, de manera conjunta, un plan de trabajo.

La terapia durará el tiempo que tú realmente necesites, lo que dependerá de variables como: la gravedad de la situación, las personas implicadas en la psicoterapia, el logro de los objetivos marcados, etc.
Nuestro objetivo primordial es lograr que puedas continuar creciendo por ti mismo/a, de forma que la ayuda que te ofrezcamos sea algo temporal y un apoyo sólo hasta que estés preparado/a.

La duración de las sesiones variará en función de la modalidad de atención de la que estemos hablando. Las sesiones individuales duran una hora; las familiares y de pareja duran hora y media.

Sí. A las sesiones puede venir toda aquella persona que quiera y que considere que su participación en la sesión puede ser relevante para la buena marcha de la misma, siempre que a ti te parezca bien. La única condición es que lo hayamos acordado de antemano, por si esta variable nos obligara a cambiar la modalidad de atención a utilizar.

La frecuencia es difícil de fijar a priori pues depende de muchos factores. Pero, para que te hagas una idea, los primeros dos meses nos veremos con mucha probabilidad todas las semanas. Posteriormente, si el avance de la terapia lo permite, pasaremos a una periodicidad quincenal, aumentando así la distancia entre las sesiones a medida que vayamos alcanzando los objetivos pactados en las primeras sesiones.